Con el Padre, No.



Marchen tres patrones que nos enseñan que quiere decir Lacan con su archiconocida frase: "Del Padre se puede prescindir a condición de servirse de él..." Servirse: ir más allá del Padre.
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Agradezco a los analizantes no sólo la cotidiana enseñanza freudiana que me brindan en el día a día, sino también el valor para recuperar un goce perdido que los a-nude a la causa de sus deseos y no meramente a ser un deyecto gozado por un Otro. En definitiva -como digo siempre- alguien que consulta ya se está haciendo-cargo de su malestar; es decir: es, de hecho, alguien que está más "sano" de lo que se puede llegar a suponer. Llevar una cruz nunca es un acto de liviandad. El análisis intenta no sólo atestiguar esta carga, sino inscribir un significante nuevo y discernir el hecho de que -tal como alguna vez expresó Jorge Luis Borges- llevar una corona de espinas no es ningún mérito. Veamos:
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Primera Viñeta

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Él ya probó con cursos de oratoria y nada, entonces demanda un análisis porque “No puede hablar en público”: su posición laboral lo requiere permanentemente. En el transcurrir del primer año de entrevistas; enuncia de lo que no se puede hablar: su homosexualidad. Durante un siguiente período, él puede decírselo a su hermano y a ciertos personajes que le afectan. Y a su mujer, de la cual se divorcia. De aquí en más el síntoma se levanta y él comienza a poder hablar-en-público. Pero es otro "el público" al que desea destinar sus palabras:
deja su puesto de director de empresa y emprende un proyecto de granja con un amigo y un local de ropa con una amiga. Inicia incluso cursos de canto y teatro y hace muestras congruentemente con esto. Un periodo posterior de análisis le sirve para aceptar que ninguna sexualidad es parámetro de felicidad y que no sólo se puede acceder al cuerpo del partenaire en condición de físico puro sino comprometiendo su parte emocional… Por tanto “se deja” enamorar. Al poco tiempo suspende el análisis. Luego de unos años de convivencia con esta su primera pareja-homosexual, vuelve a entrar en crisis y retoma la demanda de análisis. Los padres lo rechazan y sólo quieren ver al nieto, que su ex-mujer les lleva semanalmente. La demanda, pues, insiste: él no puede hablar con ellos. Con el correr de este segundo tránsito, él se plantea hablar "al menos" con su madre. Con su padre no se habla.

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Segunda Viñeta
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Su madre –padeciendo una psicosis bipolar- se suicida 4 meses antes de que ella pida un análisis. Su padre, conjuntamente con todo el resto de su familia, pertenece al Culto Evangelista. Ella es una adolescente con un conjunto de sospechas. “No sabe”: no sabe qué hacer de su vida, no sabe que estudiar, no sabe cómo dejar de responder a la demanda paterna de pertenecer al Culto, no sabe cómo acceder a una relación con un partenaire de otro sexo, no sabe si es homosexual (produce sueños en donde tiene relaciones sexuales con otra mujer), no sabe… Con el correr de las entrevistas, aparece una nueva duda: no sabe si su padre es su padre. Comienza a dudar y a dudar hasta que se trabaja en pro de que la ficción que su novela neurótica produce pueda disiparse hacia una realidad que la organice, que le de un Nombre. Por fin enfrenta a su padre: pide traerlo a su análisis en persona, y entonces se confirma: es hija adoptada. La única que, como ella expresó desde la primera sesión, “es diferente a todas”… A partir de esta "novedad"; se abre toda una cadena: en el transcurrir del análisis, puede organizar su deseo y convergen nuevas ideas: comienza curso de comedia musical, se pone en pareja, decide terminar la secundaria y también interrumpe el análisis llevada por un impulso que no desea elaborar demasiado y que obedece a ciegas: ingresar a la iglesia evangélica; espacio que siempre criticó con énfasis. Un nuevo Padre aparece reemplazando al Otro (y al Analista). Se pregunta: “¿Qué tiene de malo ser igual que mis hermanas?”. Todo puede con-moverse excepto el Padre que –en honor a toda Histeria- vuelve a quedar adherido a su síntoma. Ella busca la igualdad a modo de identidad alienante. Con el Padre no se atreve.

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Tercera Viñeta

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Él no puede disfrutar casi de nada; de niño nunca pudo jugar tampoco… Todo lo que hace tiene siempre el marco del deber (el deber-ser un buen padre, un buen profesional, un buen marido, etc.); el placer es una palabra muy engorrosa para su trazo. Inicia análisis actual –ya que estuvo anteriormente en otro- porque quiere recuperar el placer en lo que lo causa como deseo. (Tiene un hermano menor que él con quien siempre se vinculó desde un Lugar-Padre y con quien nunca pudo jugar.) Construye su primer sueño: está con su padre y su hermano en un lago. Hay un cartel cerca del lago. Quiere tocar el agua pero si lo hace ocurre que el cartel explota. El cartel, el título, el Nombre-del-Padre se sostiene a condición de que él no toque lo que desea; o que a lo sumo lo circule pero no sin cierta explosión. (Suele ir a extremos: o bien se inhibe o bien explota y “manda todo a la mierda”.) De chico, en viaje por la ruta, tiene una erección y le pregunta a su padre qué significa eso. Su padre, a modo de conceptualizar una enfermedad, le responde con un NI: “ya se te va a pasar”. (Actualmente relata que su estado es un “NI”; no hace ni una cosa ni la otra.) La postergación permanente en la toma de decisiones que comprometan la afectividad, es constante y le sirve como procrastinación –a modo de Hamlet- para no hacerse cargo de su deseo. La cuestión es sostener el ni; por tanto nunca acabar o acabar a destiempo: es eyaculador precoz con todas las mujeres en donde lo afectivo mete la cola. O mejor dicho, el falo. Se va un par de días a la costa, a modo de jugar un poco con las no-obligaciones. Su madre, por un problema con la mujer que la cuida, queda sola. Él entonces -allí en la costa- sueña que su padre –muerto hace pocos meses- lo llama al celular para ordenarle que se haga cargo de su madre. Con su padre no se juega.

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Marcelo Augusto Pérez

Con el Padre, no.

El Padre en la Clínica Psicoanalítica.

XII / MMX

 ARTE:
Kaveh Hosseini
[ Irán, 1982  ]

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